AQUÍ TODAVIA FALTA MUCHA GENTE
Ayacucho, Perú
Tras 34 años, 14 muertos regresan a casa
Durante la violencia de origen político en el Perú, muchos fueron asesinados, otros desaparecieron. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación “de cada cuatro víctimas, tres fueron campesinos o campesinas cuya lengua materna era el quechua” y es que la violencia se extendió como fuego sobre las poblaciones rurales en lo alto de los Andes.
Según las cifras de RENADE (Registro Nacional de Personas Desaparecidas y sitios de Entierro) en Perú hay al menos 20.329 personas desaparecidas que el Estado peruano debe buscar, investigar y exhumar para entregar una respuesta a los familiares que se van haciendo viejos, que van muriendo mientras esperan. De 5.700 se conoce su lugar de entierro pero sigue sin ser reconocida legal y dignamente su muerte. De los restantes 13.764 no se conoce su paradero.
El 18 de agosto de 2018, se hizo la primera restitución humanitaria de 14 cuerpos de personas cuyos lugares de entierro eran conocidos porque sus propios familiares tuvieron que hacer de sepultureros durante la guerra.
Velando y volviendo a enterrar a nuestros muertos
En lo alto de la sierra, los familiares de las personas entregados tras más de tres décadas, velaron a sus muertos siguiendo sus costumbres. Hicieron memoria de lo que sucedió cuando Sendero Luminoso irrumpió a la comunidad y con lista en mano mató a la gente frente a los suyos; también recordaron cuando el ejército se llevó a muchos comuneros acusados de terroristas y nunca más regresaron; recuerdan cuando las armas del Estado mataron a su padres, a sus tíos, a sus hijos en medio del trigo y la cebada.
En La Hoyada pasaron muchas cosas feas
Durante los 80's Ayacucho fue declarada en estado de emergencia y la acción senderista fue contrarrestada por una desmedida represión de las fuerzas armadas peruanas. El cuartel Los Cabitos se convirtió en un centro clandestino de detención y desaparición forzada de todo el que estuviera bajo sospecha de pertenecer a Sendero Luminoso. Mamá Lidia y mamá Juana, familiares de desaparecidos por el ejército y lideresas de ANFASEP (Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú) caminan por La Hoyada, un campo de entrenamiento de Los Cabitos donde se han encontrado fosas comunes, y aún quedan vestigios del horno donde al parecer cremaban los cuerpos y las pruebas. ANFASEP hoy lucha para hacer de La Hoyada un lugar para la memoria.