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CHILE: LA REPRESIÓN CONTRA LAS COMUNIDADES MAPUCHE EN RESISTENCIA (II)

Actualizado: 15 mar 2019



II


El 23 de septiembre de 2017, el rostro de Fidel Tranamil apareció en la tele, ya se había visto en periódicos y noticiarios hacía años, en los tiempos de aquellas arremetidas por la recuperación de la tierra de su lof, su comunidad.


–Libertad a todos los presos mapuche –alcanzó a gritar antes de que lo metieran a la fuerza en un vehículo blindado de carabineros.


En ese mismo momento apresaban a otros siete comuneros en diferentes lugares de la región y, desde su casa, Ilwen Hernández, esposa de Fidel, se enteraba por la radio:


–Estaban diciendo que había un operativo, que no se sabía qué pasaba, decían que eran detenidos mapuche, en Concepción, en Temucuicui y aquí, detenido el machi Fidel. «Noticia en desarrollo». Yo dije, ya, debe ser algo más grande porque si toman todos al mismo tiempo es una operación bien grande.


Lo era, era el principio de la Operación Huracán. Apresaron a Hector Llaitul, vocero de la Coordinadora Arauco Malleco, y a su hijo Ernesto. A Martín Curiche, vocero de otro caso judicial. Al werken Rodrigo Huenchullán y a su hermano Jaime, figuras importantes de la comunidad autónoma de Temucuicui, la misma donde asesinaron a Camilo Catrillanca. También a Claudio Leiva, David Cid Aedo y al machi Fidel Tranamil Nahuel, del lof Rofué.


Por la televisión salieron sus fotos asociadas a diferentes antecedentes: porte de armas, maltrato a carabinero, ex MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), ex FPMR (Frente Patriótico Manuel Rodríguez), amenazas, organización criminal, ocultamiento de identidad.

Desde Temuco, Fidel fue enviado con gran despliegue policial y un helicóptero como buitre sobrevolando el vehículo. Iban rumbo a la cárcel de alta seguridad de Valdivia. Tras una huelga de hambre, Fidel consiguió que lo transfirieran a la cárcel de Temuco, más cerca de su casa, de su esposa, de sus hijas, de su comunidad; una cárcel donde al menos están juntos los presos mapuche, se habla mapudungun y se come lo mismo que en las comunidades.


–No sabía por qué estaba preso hasta que empezaron a llegar distintos dirigentes de hartos sectores, yo dije: ah, están echando a andar la asociación ilícita terrorista, voy a quedar preso, eso es claro, voy a tener que asumir no más po’.  Pensaba en las niñitas, porque mis hijitas están chiquitas y puedes pasar dos años en prisión preventiva sin que te hagan juicios por la Ley Antiterrorista.



Un ingeniero agrónomo, un civil contratado por los carabineros, supuestamente había logrado superar varias encriptaciones e infectar con el software Antorcha más de treinta teléfonos de comuneros mapuche para hallar pruebas contundentes en WhatsApp y Telegram: se trataba de una compleja red que diseñaba y orquestaba el caos en La Araucanía, eran los terroristas tan buscados.


–En los mensajes decía que yo hablaba con estos y aquellos, yo era el jefe operativo, yo formaba gente, como el soldado que da instrucciones. [Supuestamente] yo mandaba mensajes: «Juntémonos a tal hora, antes del atentado». Yo hablaba: «Hay tantos guardias, vayamos para allá, desenterremos los balines», hablando como de que sacábamos los fierros para ir a hacer el atentado y después «operación exitosa, peñi», «vamos a luchar hasta liberar a Wallmapu», y todas esas cosas.


Fidel Tranamil, el machi Fidel, del lof Rofué, en Padre Las Casas, es un hombre de 29 años que recuerda que los suyos, hace dos o tres generaciones, pelearon junto a Kilapán en la resistencia contra el Estado chileno, hasta que los rifles de repetición hicieron muy desigual el combate. Dice que su pueblo ha estado históricamente en conflicto, que la resistencia está tan arraigada en ellos que a lo mejor está escrita ya en los genes de su gente. Al pensar en sus días infantiles recuerda a su papá clandestino durante la dictadura, recuerda a su mamá y a otros comuneros baleados, recuerda rabia y miseria. Dice que el espíritu de lucha llevó a la gente de la comunidad a ponerse del lado de la resistencia contra Pinochet.


–[Aquí] Fueron militantes de partidos de izquierda, Partido Comunista principalmente, fueron militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, gente que fue dirigente público y también gente que hizo trabajo clandestino en esos tiempos en contra de la dictadura y que tienen una historia bien bonita de lucha, de lucha y resistencia por liberar al pueblo chileno del dictador. Mi abuelo fue preso político, con la misma ley [antiterrorista] que nos siguen imponiendo. Antes fue a mi abuelo, hoy día es a su nieto.



La mitad de lo que es hoy el Lof Rofué, según el machi Fidel, se trata de tierra recuperada. Tierras que, aun estando dentro de los Títulos de Merced dados por el Estado chileno tras la ocupación militar eufemísticamente llamada «pacificación de La Araucanía», se entregaron a una nueva generación de colonos europeos y chilenos. La gente de Rofué, como la de tantas otras comunidades mapuche en resistencia, en el 2008 decidió no esperar por una restitución administrativa que consideran una claudicación frente a un Estado que los agrede. Juntos decidieron tomar por su mano al menos parte de la tierra que según los Títulos de Merced les pertenece. Al fundo Santa Lucía entraron las familias enteras, los waichafes, mujeres y hombres mapuche, niños y niñas.  La gente de Rofué avanzaba un poco y retrocedía otro tanto frente a la acción de los carabineros. Fueron impidiendo que los colonos sembraran, cortaron los alambres de las cercas y entraron y levantaron casas que los carabineros rompían en una larga lucha que duró hasta el 2016.


–En ese tiempo todos los días era enfrentamientos con la policía. Ponían helicópteros, bombas lacrimógenas, balazos [disparaban balas] contra la gente.  La lucha era piedras contra balas. Nosotros con hondas, con boleadoras, y ellos con escopetas y con fusiles. Hubieron [sic] detenidos, bastantes detenidos, a cuatro peñis les abrieron procesos judiciales. Al rico no le quedó nada en el fundo y se tuvo que ir, queda la pura chimenea de cemento parada, de la casa no queda nada más. Ahí estamos nosotros ejerciendo el control territorial hoy en día, avanzando en nuestra idea de la recuperación territorial más efectiva, más directa.


Allí hoy crece la papa y el trigo, engordan los chanchos, las ovejas, los caballos y las vacas:


–Son el fruto de la lucha –dice Fidel–. Los árboles nativos no se tocaron nunca más, están protegidos por la comunidad de Lof Rofué. [Ese territorio] No está legalizado, pero está ocupado. El rico sabe que ya no nos va a sacar y yo creo que estará haciendo los trámites en la CONADI [Corporación Nacional de Desarrollo Indígena] para venderlo y que la CONADI restituya legalmente a la comunidad, pero ese es un tema burocrático que les interesa a ellos, a nosotros no nos interesa mucho porque nosotros ya estamos adentro.



Fidel ha estado al frente de su comunidad en las recuperaciones de tierras, como consejero y como machi, rol tradicional que, aunque no eligió voluntariamente, tuvo que asumir desde muy chico.

A los pocos días de nacer, Fidel, como todos los hombres y mujeres que son machi, empezó a enfermar gravemente. No podía caminar, dicen que sufría infartos y revelaciones sobrenaturales sucedían en torno a él; veía y oía lo que otros ni siquiera intuían. «Tú estai loco, estai neciando», decía la familia, hasta que la enfermedad lo sitió. Vinieron complejas ceremonias, un proceso de reacomodación familiar, un aislamiento del mundo artificial de los wingka, los no mapuche. Fidel tuvo que abandonar la escuela, alejarse de la ciudad, incluso de la luz que emanaban las ampolletas. Construyeron una ruka, una casa tradicional mapuche, y por medio de un viaje a la tradición y la cultura, Fidel, siendo apenas un adolescente, se hizo machi, ese vehículo de la salud y la fertilidad de la tierra, esa conexión con los ñen, los dueños espirituales de todo cuanto hay en la naturaleza, todo eso que a nosotros los no mapuche nos resulta casi imposible de entender y que se vehicula por medio de la lengua y es administrado por la figura de lo que podríamos identificar como médico tradicional.


Según Ilwen, esposa de Fidel, que además de sus roles tradicionales como mujer mapuche es también protectora de la vitalidad y los objetos ceremoniales del machi, los mapuche regresan a la cultura por medio de la enfermedad. Dice ella que hay dos épocas del año en que los mapuche están muy débiles, que es cuando escasea «el remedio», las plantas medicinales. En el invierno el remedio desaparece bajo el agua y en el verano se seca todo. Esos son momentos naturales de fragilidad del mapuche, pero hay otros, producto de la ruptura, del ejercicio de la violencia contra la mapu (la tierra).


–Cuando se construyó aquí el aeropuerto de Temuco llegó mucha gente enferma. Cuando se empezó a romper el humedal principal de ese lugar, secaron una vega entera.  Fidel decía: ustedes tienen que pedir disculpas, pagarle con comidas tradicionales y defenderlo [al humedal], pero la gente jamás se organizó. Uno podría decir: ¡pucha! ¿por qué no enferman al motosierrista que cortó todo? Porque ellos no son mapuche po’, y el deber lo tenemos nosotros con la naturaleza, la naturaleza a los mapuche les pasa la cuenta, porque somos nosotros los hijos de la tierra.


Aunque no es el pueblo mapuche el que ha reemplazado el bosque nativo por enormes monocultivos de pino y eucalipto, aunque no son suyas las maquinarias que rompen el cerro, o desvían el arroyo, por la íntima conexión con la tierra que es madre, padre, hijos y abuelos, dice Fidel que a ellos les corresponde el castigo y, por tanto, la defensa.


–Ahí es que comienza la resistencia del pueblo mapuche que hoy en día está recuperando la tierra, confrontando al Estado, confrontando a las empresas extractivistas, a las transnacionales, confrontando a distintos megaproyectos. Por la protección que nosotros ejercemos hacia nuestra tierra se genera el conflicto mapuche, y ahí es donde entran todos los poderes, la justicia, la militarización. Te imponen la idea del mapuche bueno y el mapuche malo, el terrorista y el que no es terrorista, el que se arrodilla y el que no se quiere arrodillar.



El machi Fidel, como Camilo, como tantos otros de las comunidades mapuche en resistencia, decidió no arrodillarse. Por eso, dice él, en los informes de inteligencia de la Operación Huracán, aparecía como el formador de los cuadros y el estratega de las acciones terroristas.

Meses después de aquella detención de los ocho líderes mapuche, llegó a comprobarse lo que ellos, sus abogados, voceros y familiares decían frente a la incredulidad de las autoridades y los medios de comunicación: ¡montaje!


Amparados por el resguardo que les otorgaba la Ley de Inteligencia, la Unidad de Inteligencia Operativa Especializada construyó una enorme ficción. Se trató, una vez más, de la invocación de la ley antiterrorista que, aunque no suele terminar en condenas, es útil. Con esta ley, creada durante la dictadura de Pinochet, el Ministerio Público adquiere lo que los abogados defensores de presos mapuche consideran ventajas procesales: consiguen mantener en prisión preventiva a los mapuche hasta dos años, lo que es algo así como una condena anticipada, pueden realizarse allanamientos con más facilidad, se habilita el uso del «delator compensado» y, además, al invocar la ley se instala la palabra terrorismo no solo en los estrados, sino en la opinión pública a través de los medios de comunicación, que dicen: «apresaron a los terroristas mapuche», pero tras los juicios olvidan decir: «se concluye que no eran terroristas».


Finalmente, el 13 de junio de 2018 se confirmó mediante vía judicial que la Operación Huracán es el mayor montaje orquestado hasta ahora contra los comuneros del pueblo nación mapuche. Al comprobarse que la investigación a los imputados mapuche estaba basada en pruebas falsas implantadas, todas las acusaciones contra los comuneros investigados por Asociación Ilícita Terrorista fueron sobreseídas, y seis acusaciones de incendio de carácter terrorista fueron sobreseídas también. Fidel y Martín Curiche aún hoy siguen imputados por este último delito. Esos casos sobreseídos, y presos once carabineros, el supuesto hacker, el exjefe de inteligencia policial y, desde este 22 de noviembre, también en prisión preventiva el exjefe de la Unidad de Inteligencia de Carabineros de La Araucanía.


–Lamentablemente, cuando hay algún detenido [mapuche], algún juicio político, tenemos que contratar defensa, tenemos que ir a bancarnos todo su circo donde tenemos que estar al frente de un juez, el juez te mira y dice: tú eres culpable o inocente. Que estén los fiscales acusándote, que esté el abogado tuyo defendiéndote, que tú no podai’ ni siquiera decir: yo soy mapuche, estoy luchando porque es legítimo luchar por nuestro territorio, porque fue usurpado. Es que somos el enemigo interno del Estado de Chile, somos los terroristas para ellos.


El Ministerio Público ha desoído antes cuando organismos internacionales, organizaciones por la defensa de los derechos humanos y de los derechos particulares de las comunidades indígenas han advertido sobre la inexistencia de «terrorismo» en Chile y sobre la aplicación de la ley antiterrorista chilena en el contexto del llamado «conflicto mapuche». Según aquellas voces, el procesamiento penal por hechos delictivos en este contexto debería ser por medio de la justicia ordinaria, con el debido proceso, la presunción de inocencia, y sin sesgos raciales.


Ha desoído la prensa y la comunidad en general, pero al parecer esta vez, con la Operación Huracán aún fresca en la memoria colectiva, y con el desgarro que produjo el asesinato de Camilo, parece haber indicios de que hay quienes están oyendo, quienes piensan que quizá no es adecuada la estrategia para abordar las demandas de las comunidades mapuche en resistencia, o mejor, que es la chispa que enciende la mecha. Tras la muerte de Camilo hay brotes de solidaridad y de furia que se dejan ver diseminados por diferentes puntos de Chile. La gente –que se manifiesta entre fuego y gritos– cree que la muerte y los montajes judiciales tal vez no se tratan de hechos aislados, tal vez no son algunos funcionarios policiales fuera de control. A lo mejor, esta es la evidencia de una crisis en la estrategia de fuerza, militarización y cerco judicial que el Estado ha decidido esgrimir para abordar las exigencias del pueblo mapuche.



Antes de Camilo, antes de la Operación Huracán, han sido muchos otros comuneros y comuneras mapuche, es muy posible que estos tampoco sean los últimos lutos, las últimas prisiones. En eso, a lo mejor piensa el machi Fidel mientras sorbe lánguidamente su mate frente a la estufa:


–Antiguamente no pudieron intervenir ni los incas, no pudieron intervenir ni los españoles, y hoy día no nos han podido asesinar ni acabar, aunque han hecho un intento de genocidio bastante grande en Puelmapu (en la actual Argentina) y Gulumapu (en el actual Chile). ¡Estamos aquí po’! Todavía seguimos aquí, dándoles noticias, todavía seguimos siendo el dolor de cabeza para el Estado, porque el único enemigo interno que tienen los Estados hoy día son de algún modo los pueblos indígenas, aquí en Chile somos el pueblo mapuche y en Argentina también.

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